EL VINO DE LOS CAMPEONES EN EL BAR DE TEO VEGA
TEO VEGA EX-CAMPEON DE ESPAÑA, ACTUALMENTE COLABORA EN UN PROGRAMA DE RADIO DEDICADO AL MUNDO DEL BOXEO
En la parte exterior de este nuestro mercado de ciudad portuaria, en el lado que está frente al barrio de las Cuatro Torres (las de Marconi para comunicarse con el Titanic) siguen los mismos barecitos con olores de pulpo guisado y pescado frito. Según doblamos la acera nos encontramos con la catedral de la memor i a de l box eo: e l ba r Teo Vega. Las paredes, cual santuario, e s t á n p l a g a d a s d e f o t o g r a f í a s enmarcadas de las épocas doradas del boxeo tinerfeño, unas ya color sepia, otras en blanco y negro y otras en color, grandes, medianas, pequeñas, túneles en el tiempo, fugas orquestadas que regresan al leitmotiv. La edad que nos aja aviva sin embargo las imágenes del pasado. Por aquí vienen entre otros amigos que fueron estrellas, algunos universales como Tajinaste, que un día me dice: “Mira, Kolia” enseñándome en su iPod fotos de cuando fue campeón del mundo, alzando el cinturón al aire con ambos guantes, máximo galardón internacional. Tajinaste está pletórico y tan en forma que si ahora decidiera volver al pugilato, daría mucha guerra, se lo aseguro. En varias de las fotos aparece el mítico Don King con su pelo en forma de altos setos. Me quedo contemplando una foto de Toni Falcón, uno de mis preferidos, la mente me lleva a la infancia. Él vivía en mi misma calle, la ciudadela que tenía en su fachada una bombilla con tulipa de latón pintado de negro. Su madre, Ana, era amiga de mi madre, quien se lamentaba: – ¡Ay, Luisa! Mi Antoñito me tiene en un sinvivir, no me estudia, sólo piensa en ponerse los guantes, lo dejo encerrado en casa, se escapa rodando las tejas y se va a la sala Price a entrenar. – Déjalo, mujer, se ve que eso es lo de él, lo mismo tienes un futuro campeón. – Toni se preparaba concienzudamente, brazos, piernas, cintura y sobre todo la mente, aprendiendo a tenerla fría en el cálculo, adelantándose al adversario, se desdoblaba viendo a su contrario como a su propia sombra, con la que había bailado y golpeado tantísimas horas. Corrigiendo los errores y tratando cada vez de lanzar los golpes más rápidos, que no se vieran, que se sintieran. Tras una magnífica carrera, en la actualidad (desde hace años) ejerce funciones de representación en la Consejería de Deportes del Gobierno Vasco. Espero verlo dentro de unos días cuando en su pueblo (Arico) le pongan su nombre a una calle. Recuerdo también a mi gran amigo de sde l a i n f a n c i a ha s t a s u t r i s t e muerte, al valiente, noble y generoso Gustavo González Socorro (Tavo). Peso pesado y pegada de misil aire-tierra. Miguel Velázquez, después de muchas peripecias en homéricos viaje, con las maletas repletas de glorios a s v i c t o r i a s , v i v e e n e l b a r r i o santacrucero de San Andrés. Viene frecuentemente a verse con sus colegas al bar de Teo. Miguel, si atendemos a su palmarés, fue quien destacó en el mejor equipo de la historia del boxeo nacional en aquella esplendorosa década de los 60, conformado entre otros por los ya mencionados Sombrita, Corpas, Ton i Fa l cón , Ce s á r eo Ba r r e r a y Cayetano Ojeda, conocido como K i d Ta n o ( y t amb i é n c omo “ e l boxeador silencioso” porque era sordomudo). La carrera de Velázquez fue fulgurante: mejor boxeador en los juegos de Barcelona, internacional en incontables ocasiones, olímpico en Tokio (había sido designado Toni Falcón, pero se rompió una muñeca y fue sustituido por Miguel). Gana CULTURA el Campeonato Mundial Militar en Alemania. Ya había sido campeón de España durante muchos años. Su paso al profesionalismo es tan brillante como en el campo amateur, consiguiendo ser campeón de Espa- ñ a , de Eu ropa y de l mu ndo, u n palmarés sin punto de comparación. Tras 33 victorias consecutivas se proclama campeón de España en Tenerife ante Yanclo II, pasando a ser aspirante al Campeonato de Europa. El campeón en ese momento era Pedro Carrasco, quien ganaría la pelea, pero creando gran desconcierto y cabreo en el respetable. Carrasco rechaza el título, con lo qu e pa s a n a s e r a spi r a n t e s Ke n Buchanan y Velázquez. No sólo se llegaba Buchanan invicto, sino que además no había besado nunca la lona. Pues bien, nuestro Miguel, además de ganarle le enseñaría a besarla. Años más tarde se enfrent a r í a a l t a i l a n d é s S a e n s a k Muangsurin, campeón mundial tras vencer al gran Perico Fernández. El 30 de junio de 1976 se celebra el combate, proclamándose Miguel Velázquez campeón mundial. Teo Vega y su maravillosa mujer llevan desde hace años este entrañable lugar que me cuesta llamar bar, pues siéndolo es mucho más que eso. Le digo: – Teo, quiero escribir un artículo sobre los boxeadores que me son más próximos por amistad y admiración. – Claro, Kolia, yo te refrescaré la memoria. – Le pide a su mujer el ordenador número 1 y ésta le trae una caja de fruta llena de fotos, artículos y otros documentos. Me habla mirándome a los ojos y me espeta: – Nunca fui a la escuela. – Joder, Teo, si llegas a ir serías catedrático de Lingüística. – Es un carro de nervios, habla a borbotones, en cascada, no puedo seguirlo y me veo obligado a poner bridas a mi pluma. Su emoción y pasión son contagiosas: “¡Mira ésta, Kolia! Estos son los laguneros Mario (el sambita), Maka y Santi, duros como piedras chasneras”. Saca otra: “Mira, este es Pepe el canario, el padre del boxeo canario”. El ciclópeo Teo baja la guardia cuando habla y reivindica a su gran amigo Domingo Barrera Corpas, por quien siente devoción. “A él le debo mi carrera”, me dice casi en un susurro. Se rehace rápido y vuelve a la oratoria mientras gesticula y marca algunos golpes. Teo ha sido seis veces campeón de España y cuatro subcampeón en tres categorías: peso medio, semipesado y pesado. El famoso pintor Eduardo Arroyo – que venera el boxeo, posee una biblioteca con más de 4.000 volúmenes sobre el tema, y escribió la biog r a f í a d e l b o x e a d o r Pa n amá A l Brown (publicada en Alianza Editorial)– otorga a este deporte componentes poéticos y dramáticos. La útima vez que estuve por este singular lugar fue con el pintor Santiago Palenzuela y el fotógrafo Alexis W, a quienes entusiasma el tema. A pesar de que ese día casualmente no estaban los boxeadores habituales, el lugar les pareció muy interesante. S o n t a n t o s l o s r e c u e r d o s y l o s ahoras que me quedo con la zozobra de seguir, pero hay que poner un punto y final. fuente: lagunamensual.es/pdf/55/13_55.pdf |
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